Señor mío y Dios mío, quiero culminar este día con las palabras del viejo Simeón: “Ahora Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a su Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos. Luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel” (Lucas 2, 22). Durante todo este día pude evidenciar tu presencia en mi vida, en mis acciones. Puedo decir tranquilamente que mi vida está preparada para partir, porque te he conocido, porque te he sentido y eso es suficiente. Gracias por venir a mi vida, por transformarla, por hacer de ella una obra nueva. Sigue manifestándote en mí todos los días mi vida. Que mañana también sea una oportunidad para estar feliz, para encontrarte y llenarme de tu fuerza. Que mañana también pueda iniciar mi día con estas palabras, que pueda tener un día lleno de cosas buenas, lleno de tu presencia y de tu amor infinito.
Amen.
Por Alberto Linero Gómez✍
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