Señor mío y Dios mío. Hoy, como el salmista, digo “Yahveh, ¿quién morará en tu tienda? ¿quién habitará en su santo monte? El que anda sin tacha, y obra la justicia, que dice la verdad de corazón, y no calumnia con su lengua; que no daña a su hermano, ni hace agravio a su prójimo; con menosprecio mira al réprobo, mas honra a los que temen a Yahveh; que jura en su perjuicio y no retracta, no presta a usura su dinero, ni acepta soborno en daño de inocente. Quien obra así jamás vacilará”. Salmo 15. Sí, mi Dios, yo quiero estar contigo, habitar en tu corazón, quiero hacer las cosas bien, sin dañar ni ofender a nadie, no quiero señalar, ni criticar, ni menospreciar a nadie, mucho menos deseo aprovecharme de alguien. No, mi Dios. Yo sólo quiero ser un verdadero creyente, seguidor tuyo, discípulo tuyo, porque sólo así podré ser feliz y vivir a plenitud.
Amén.
- Por Alberto Linero✍
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