Señor mío y Dios mío, quiero iniciar este día con las palabras del salmista en el salmo 5 “Escucha mis palabras, Yahveh, repara en mi lamento, atiende a la voz de mi clamor, oh mi Rey y mi Dios. Porque a ti te suplico, Yahveh; ya de mañana oyes mi voz; de mañana te presento mi súplica, y me quedo a la espera.” A esta hora cuando me dispongo a salir a vivir este día, pongo en tu presencia todas las cosas que hay en mi corazón, y confío en que escuchas mi oración, creo firmemente que eres un Dios grande, que eres un Dios de poder, que me llenas, me restauras y me inspiras. Sé que escuchas a esta hora mi oración porque tu compañía no tiene horario, porque has prometido estar conmigo en todo momento, porque me has prometido acompañarme. Gracias por tu presencia en medio de este lugar en el que me encuentro y, sobre todo, gracias por atender mi oración. Bendito y alabado seas por siempre.
Amén.
Por Alberto Linero Gómez✍
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