Señor mío y Dios mío, en este momento de la noche hay un silencio que me permite encontrarte de manera más auténtica, sin miedos ni trabas, al contrario, con una confianza de amistad, porque es un rato de intimidad, no puedo usar poses ni máscaras. Hoy quiero sentir, realmente, que eres mi amigo. Quiero derrumbar de mi vida esas imágenes de Ti que me he creado erróneamente. Tú no eres un juez que busca acabarme cada vez que me equivoco, no eres una máquina que me da lo que le pido siempre. Hoy creo que eres mi amigo y que así me amas, con una amistad profunda. Hoy sé que quieres lo mejor para mí y que eres feliz cada vez que te busco, en cada momento en el que intento estar contigo. Sé que me amas mucho, y, a veces siento, como dice San Juan Eudes, que buscas con tanto fervor mi amistad como si de ello dependiera tu felicidad. Gracias por eso, por hacerme saber que me valoras y me amas.
Amén.
Por Alberto Linero✍
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