Señor mío y Dios mío, gracias por este día que pasó, por invitarme a seguir viviendo en esperanza. Mi familia es un motivo de esperanza para no darme por vencido, un motivo para seguir luchando por alcanzar las metas que me he propuesto. Ellos son mi motor, me animan a salir adelante, a buscar siempre fuerzas nuevas para no darme por vencido. Sigue regalándonos la gracia de ser unidos, de permanecer juntos cuando la vida se pone difícil, cuando llegan situaciones que se salen de nuestras manos. Que podamos siempre ser asertivos al hablar, que no busquemos nunca dañar, sino, al contrario, que apostemos por construir una familia que, como cualquier otra, tiene problemas, pero que sabe enfrentarlos con perseverancia y paciencia. Gracias, porque Tú eres quien está en medio de nosotros recordándonos que vale la pena dar la vida por los demás y que el mal no triunfa. Bendito seas.
Amén.
- Por Alberto Linero✍
No hay comentarios.:
Publicar un comentario