Alberto Linero
Señor mío y Dios mío, cuando termino este día pienso en el mensaje de esperanza del libro del Apocalipsis 7,14-17 y espero estar así delante de Ti y por tu gracia: de pie, es decir resucitado, de blanco porque todo lo que no es tuyo en mi ser ha sido purificado y con las palmas de la victoria.
Sí, mi Dios, con esa imagen llena de bendición quiero irme a descansar para renovar fuerzas y, a la vez, encontrar motivación para ser un vencedor. Mi Dios, te pido que ahora quites de mi mente todo prejuicio que me aleje de los hermanos, que abras mi corazón para que no sea indiferente ante el dolor de los que están cerca, que pueda encontrar siempre fuerzas en el corazón para no rendirme fácilmente, y, si caigo, pueda restaurarme para volver a levantarme.
Gracias porque sé que mañana será un día de bendición.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén…
¡En la Voluntad de Dios siempre!
“Como
María seamos peregrinos de ESPERANZA”✍.
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