Alberto Linero
Señor mío y Dios mío, llega la noche y, con ella, una pausa para reflexionar sobre el día que me regalaste.
Gracias, porque en medio de las tareas, el ritmo y los desafíos, me recordaste que la vida está en los pequeños encuentros y en los gestos auténticos.
Gracias por cada persona con la que me crucé hoy, por las sonrisas que compartí, por las palabras que me hicieron sentir vivo.
Si hubo miradas que ignoré o momentos que pasaron desapercibidos, te pido perdón y te suplico que mañana me permitas estar más atento a los regalos de la vida. Ahora, Señor, quiero descansar con la certeza de tu amor y de tu cuidado.
Llena mi mente de paz y aparta de mi corazón todo pensamiento que me aleje de Ti. Que esta noche renueve mi energía, para soltar las preocupaciones y prepararme para un nuevo día lleno de posibilidades.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén…
¡En la Voluntad de Dios siempre!
“Como María seamos peregrinos de ESPERANZA”✍.
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