Señor mío y Dios mío, al caer esta noche te declaro como el rey de mi vida, el que gobierna con justicia mi vida y la anima para que se oriente hacia el camino de la felicidad.
Tú me reanimas, Señor, cuando siento que mis fuerzas se acaban, cuando siento que estoy derrumbándome.
Pero yo sigo esperando en Ti, en tu misericordia, porque eres un Dios que ama sin condiciones, sin límites, con todas las fuerzas. Sales en mi defensa para librarme de la desolación y la tristeza, no permites que le pierda sentido a la existencia, sino que cada día me das razones para vivir.
Tú mismo sales a pelear conmigo cuando siento que estoy perdiendo la batalla.
Gracias, Padre Dios,
porque siento tu presencia cercana y eso me llena de razones para seguir en la
lucha.
Y con la certeza de tenerte en mi vida voy a descansar.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén…
¡En la Voluntad de Dios siempre!
“Como María seamos peregrinos de ESPERANZA”✍.
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