Alberto Linero
Señor mío y Dios mío, cantaré como cantó el pueblo cuando atravesó el Mar Rojo: «Cantaré a Yavé, que se hizo famoso arrojando en el mar al caballo y su jinete. ¡Yavé, mi fortaleza!
A Él le cantaré, Él fue mi salvación, Él es mi Dios y lo alabaré. El Dios de mi padre, lo ensalzaré. Yavé es un guerrero, Yavé es su nombre. Precipitó en el mar los carros de Faraón y su ejército; (...) Has dado a conocer, Yavé, la fuerza de tu brazo, tu diestra, Yavé, aplasta al enemigo (...). Mandaste tu soplo y el mar los cubrió, y se hundieron como plomo en las aguas majestuosas. ¿Quién como Tú, Yavé, entre los dioses? ¿Quién como Tú?, glorioso y santo, autor de maravillas....
Gracias por abrir el mar de las dificultades y hacerme atravesar, para hacerme libre de tantas cosas que esclavizan. Es tu mano, Señor mío, eres Tú, mi Dios.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén…
¡En la Voluntad de Dios siempre!
SEÑOR, AYÚDANOS A SER PEREGRINOS DE ESPERANZA ✍.
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