Alberto Linero
Señor mío y Dios mío, gracias por amarme con amor maternal, por ser ternura para mí, por conocerme y acompañarme, por abrazarme como una madre cuando juega con su hijo.
Soy amado por Ti, me creaste en tu sabiduría y me has dado la vida para escuchar tus palabras de amor, por eso soy ese discípulo que, tanto amas, ese que recostaba su cabeza en tu pecho.
Te adoro plenamente sin miedos, con la confianza de quien se siente amado.
Estar en tu presencia da paz a mi corazón, serena mi mente y me fortalece en todos los sentidos, por eso descanso tranquilo, confiado en que tendré buena noche, porque siento también la protección como la que brinda una madre cuando tiene en brazos a su hijo.
Gracias por todas las bendiciones de hoy y por las que tienes para mí mañana. Todo lo dejo en tus manos.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén…
¡En la Voluntad de Dios siempre!
VENGA A NOSOTROS TU REINO, SEÑOR✍.
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